Si hay algo que el mercado inmobiliario español no ha tenido muy en cuenta hasta ahora han sido las necesidades específicas de un colectivo tan importante como es el de personas con algún tipo de minusvalía física. Encontrar una vivienda que esté perfectamente adaptada y que no necesite reformas es tarea prácticamente imposible.
Por ello, no queda más remedio que reformar las casas para que sean realmente habitables para una persona que necesita una silla de ruedas o incluso para un anciano que debe apoyarse en un andador para desplazarse. ¿Pero en qué hay que fijarse a la hora de acometer las obras?
Es mucho más complicado que ampliar el hueco de las puertas, mucho más. La movilidad debe estar garantizada en todo el espacio, por lo que hay que tener en cuenta, por ejemplo, el ancho de los pasillos y los posibles giros que tengan. Así, las puertas no deben tener una anchura inferior a los 70 cm y los pasillos a los 90 cm. Además, los suelos deben ser antideslizantes y no tener irregularidades. Y, siempre que sea posible, conviene poner agarraderos en puntos estratégicos de la vivienda.
Hay que tener en cuenta, además, que en todas las estancias debe haber sitio suficiente entre los muebles para que la persona pueda moverse en la silla de ruedas, que no haya obstáculos y que la altura del mobiliario sea la adecuada para que pueda alcanzar los objetos y productos básicos.
¿Y el baño? Especialmente relevante porque es el lugar en el que más accidentes se producen. Aquí, de nuevo, el espacio es esencial. Y no solo eso, una ducha de suelo con asiento ortopédico, agarradores junto al inododo y sanitarios y lavabos a la altura adecuada son fundamentales para poder sentirse seguro.
Conseguir que una vivienda esté perfectamente adaptada no es tarea sencilla, por eso conviene siempre solicitar el consejo de profesionales acostumbrados a realizar este tipo de trabajos.